El origen del nombre de Montalcino parece derivar de "Mons Ilcinus", que significa "monte de las encinas", árboles que de hecho aún cubren gran parte del territorio municipal. La ciudad se encuentra encaramada en la parte más alta de la colina y, en el pasado, fue el último núcleo habitado en territorio salubre, justo antes del comienzo de la zona pantanosa de la Maremma, infestada de malaria. Tras la batalla de Montaperti, comenzó el dominio sienés sobre la ciudad, que aún hoy es muy claro, siendo edificios como la Fortaleza y el Palazzo Pubblico los signos tangibles de este poder. Los primeros testimonios ciertos a partir de los cuales es posible detectar la fama de Montalcino como territorio privilegiado para la producción de vino se remontan a finales del siglo XV. Se trata de una vasta serie de documentos como cartas, diarios y solicitudes de compra que demuestran hasta qué punto era codiciado el vino producido en la zona. Pero no se trataba de vino tinto, como podría pensarse teniendo en cuenta la fama alcanzada hoy por el Brunello, sino de Moscadello, un vino blanco dulce. El término "Brunello", que parece derivar del color oscuro que adquiere el vino tras su vinificación y envejecimiento, apareció por primera vez a mediados del siglo XIX. El vino tinto producido en la zona nacía, como en la mayor parte de la Toscana, de una mezcla de Sangiovese, llamado localmente "Brunello", Canaiolo, Colorino, Ciliegiolo y una pequeña selección de uvas blancas, entre ellas Malvasia. El resultado era un vino listo y fragante, no apto para el envejecimiento. El cambio radical se produjo a finales del siglo XIX, cuando se abandonó el camino de la mezcla en favor del monovarietal, una selección de Sangiovese típica de Montalcino. La estructura cambia por completo, y de un vino bebible y fácil de beber se transforma en un producto complejo, dotado de espina dorsal y gran cuerpo. El Brunello toma forma, pero antes de convertirse en un producto de fama mundial, tiene que esperar muchos años. Primero la guerra, luego la filoxera, después de nuevo la guerra: son acontecimientos que retrasan el desarrollo de la producción, hasta el punto de que sólo se comercializan unos pocos miles de botellas hasta los años cincuenta. Fue gracias al auge de los años sesenta y a las primeras inversiones realizadas en los viñedos cuando empezó a tomar forma el "fenómeno Brunello". Fue en esta época cuando se concedió la DOC y se creó el Consorzio di Tutela, que más tarde acompañaría al Brunello hasta la aprobación de la Denominazione di Origine Controllata e Garantita en 1980, el primer vino italiano en ostentar tal reconocimiento. En este contexto, considerado perfectamente favorable para el cultivo de la vid, funcionó la Cantina di Montalcino, la única estructura cooperativa de la zona de Montalcino. Fundada en 1975, fue adquirida por Cantine Leonardo en 1990. Cuenta con 90 socios conferenciantes, cuyas tierras cubren una superficie de 108 hectáreas. La bodega está situada en el Val di Cava, una de las zonas más bellas y encantadoras de la zona, donde residen muchas de las empresas que confieren uva. Durante todo el año, enólogos de gran experiencia y agrónomos de probada capacidad colaboran activamente con los socios, con el fin de obtener uvas de excelente calidad. El objetivo es que la uva llegue a la bodega en un excelente estado de conservación, perfectamente madura y rica en todas las sustancias que permitan una adecuada vinificación. Se trata de una interpretación moderna del concepto de bodega cooperativa, acorde con los tiempos, como ya se aplica en muchas bodegas que operan en países definidos como del "Nuevo Mundo", que se están haciendo un hueco en los mercados internacionales. El objetivo es estimular a los viticultores para que produzcan cada vez más cuidadosamente, con el apoyo técnico de la empresa, garantizando una mejor remuneración para las uvas que cumplan los más altos estándares de calidad.