A mediados del siglo XIX, la familia Rinuccini cedió su propiedad a los marqueses Trivulzio de Milán, quienes treinta y cuatro años más tarde, en 1882, la traspasaron al barón Padoa. El último traspaso de propiedad tuvo lugar en 1935, cuando la villa pasó a los Conti Rossi di Montelera. Durante la Segunda Guerra Mundial, la villa fue primero cuartel general del ejército alemán, y después, a partir del verano de 1944, pasó a manos de los británicos, que también la utilizaron como hospital. En los sótanos de Torre a Cona se protegieron durante la guerra varias obras de Miguel Ángel y Donatello, entre ellas las estatuas de las Capillas de los Médicis y de la Catedral de Florencia. El conocimiento de la presencia de estas obras de arte salvó a Torre a Cona de los bombardeos. Después de la Segunda Guerra Mundial, la familia Rossi di Montelera recuperó la posesión y emprendió trabajos de restauración y mantenimiento que han continuado hasta nuestros días. La nueva generación se ha embarcado en un proyecto de gestión turística y vitivinícola para compartir esta magnífica finca con los turistas que visitan Florencia y la Toscana, produciendo grandes vinos pero respetando la tipicidad y la valorización del territorio. Esto se traduce en producciones limitadas con uvas procedentes exclusivamente de los viñedos de la finca y caracterizadas por un microclima especial debido a los 350 ml de altitud. Mucha energía se ha dedicado en los últimos años a una racionalización de las instalaciones de viñedo y luego de la bodega para lograr los mejores estándares de calidad.
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