Lo antiguo y lo moderno suelen ser una excelente combinación que nuestros vinos consiguen conjugar a la perfección: entre muros milenarios tienen tiempo de crecer y madurar gracias a técnicas enológicas siempre al día. Naturaleza y autenticidad simbolizan nuestra filosofía de trabajo, por lo que nuestros viñedos y huertos se tratan biológicamente con total respeto a la naturaleza, con el fin de mantener el equilibrio y garantizar una tierra fértil y sana para las generaciones futuras.
El vino se convierte así en un fascinante elixir de vida, en el que la alegría de vivir y la naturalidad están siempre en comunicación. Parcines, junto con el castillo que alberga nuestra bodega, se encuentra a 650 m de altitud; la zona está predominantemente ocupada por el cultivo de manzanas, pero los pocos viñedos que quedan garantizan un alto nivel de vinificación gracias al clima particular, las características del suelo y la exposición de los viñedos en las laderas sur de las montañas, todo lo cual favorece una maduración óptima de nuestras variedades de vid particulares.
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