Hubo un tiempo en que el vino era cuestión de confianza, la misma confianza que engendraban los abuelos, imponentes y buenos. Estos viejos personajes eran fascinantes, conseguían, con una experiencia casi mágica, un vino que seducía a todo el mundo. Durante la vendimia nos embelesaban con aromas y sabores únicos, los mismos que hoy pintan en nuestra mente imágenes ya lejanas e imposibles de olvidar. El tiempo de hoy me ha dejado un testigo que me convierte en depositario de secretos y magia, de sabiduría y amor por el Vino, a mí el placer de ofreceros esta Pasión mía.
Información sobre Simon di Brazzan