Salicutti

Un viñedo necesita muchos cuidados, como un jardín cualquiera: cuanto mejor cuidado esté, mejor será la calidad de las uvas que de él procedan. Por eso, en nuestros viñedos, el trabajo manual tiene prioridad absoluta sobre cualquier trabajo mecánico. Así, nuestros empleados dedican semanas y meses a cuidar cada cepa con sus propias manos. Sin embargo, cada viñedo es diferente de los demás y posee características individuales que deben tenerse en cuenta, ya que éstas constituyen su verdadera riqueza y lo hacen único. Por esta razón, para nosotros es una obviedad fermentar las cosechas de cada viñedo por separado, respetando las propiedades de cada añada. En nuestros viñedos, son el día y la noche, el verano y el invierno los que determinan los ciclos: en invierno, cuando el viñedo descansa, nosotros también nos tomamos un merecido descanso; cuando en marzo las vides brotan con ímpetu y luego, con los primeros calores del verano, a la floración le sigue la formación de la uva, nuestra vida también se vuelve laboriosa. Y cuando el calor de agosto detiene el crecimiento del follaje y las plantas alcanzan el equilibrio, nuestro ritmo también se ralentiza y el trabajo diligente deja paso a la inspección minuciosa de cada uva. Mientras esperamos la vendimia, nos movemos con cuidado y cautela: observamos los racimos con atención, moviéndonos lentamente entre las hileras y comprobando la madurez de las bayas. Son momentos de gran emoción. Y en octubre, ¡la cosecha! Por fin podemos exhalar un profundo suspiro de alivio: el ciclo de la viña ha terminado. Ahora nos espera la segunda e importante fase: mientras el viñedo descansa, comenzamos el trabajo de vinificación en la bodega, extrayendo el mosto de las uvas y asegurándonos de que el carácter típico del Sangiovese tenga todas las oportunidades para expresarse. Hasta que en primavera comienza un nuevo ciclo. Con la plantación de las primeras vides, en Podere Salicutti se decidió inmediatamente, casi por intuición, adoptar los criterios de la agricultura ecológica. El mayor deseo de Francesco Leanza era vivir y trabajar en armonía con el entorno. En este sentido, la bodega fue innovadora, ya que en aquellos años todavía nadie producía vinos ecológicos en Montalcino. La elección se oficializó entonces adhiriéndose al actual sistema de control y certificación. Así, ya en 1996, Francesco Leanza pudo poner las referencias pertinentes en la etiqueta de su primer Rosso di Montalcino, convirtiéndose en el primer viticultor de Montalcino en utilizar la mención "procedente de la agricultura ecológica" para sus Rosso y Brunello. Los actuales propietarios, los Eichbauers, reconocen el inestimable valor que encierra esta historia. Por eso han decidido continuar el negocio siguiendo los pasos de Francesco Leanza, en pleno cumplimiento de los principios de la viticultura ecológica. La filosofía de la bodega es apoyar la tipicidad y el terruño, y ésta es la garantía de la calidad y el carácter de los vinos Podere Salicutti. Desde el principio, hemos querido seguir el criterio de respeto al medio ambiente, ya aplicado en el cultivo de las vides, también en la bodega. Aquí, las prácticas técnicas y enológicas que hemos elegido se han orientado consciente y respetuosamente a potenciar las cualidades intrínsecas de cada vino, cada viñedo y cada añada. Siguiendo escrupulosamente estos principios, nos aseguramos de que no se añada ni se quite nada a nuestras uvas: hay que dejar que su carácter se desarrolle y exprese plenamente. Durante la vinificación no se practica ninguna estabilización, clarificación o filtración, y se excluye a priori cualquier otra práctica que pueda alterar el equilibrio químico-biológico del vino elaborado. Bajo la sagaz dirección del hombre, la materia prima obtenida en el viñedo se transforma en la bodega. Aquí, las únicas prácticas enológicas adoptadas son el control y el mantenimiento de concentraciones mínimas de SO2, que garantizan la integridad del vino durante la crianza, y el trasiego, realizado con prontitud y precisión. Buscar la autenticidad del vino Sangiovese significa realzar el carácter de cada viñedo, aplicando el máximo cuidado a la conservación de la calidad de la uva. También se presta especial atención a la madera y a los recipientes para la crianza: la elección de roble francés de la mejor calidad y de recipientes de capacidad adecuada es fundamental para obtener vinos equilibrados y elegantes. Por este motivo, en la bodega hay barricas y toneles de distintas capacidades, que se utilizan de forma selectiva según las necesidades. Para sacar todo el carácter de nuestras viñas, cada una se vinifica por separado. Para reflejar esta elección, cada vino lleva el nombre del viñedo de origen. Huelga decir que se excluye cualquier mezcla entre vinos de añadas diferentes. Estos principios ponen el acento en el carácter distintivo y la diversidad y hacen que cada uno de nuestros vinos sea inconfundible y único