El 15 de mayo de 1841, la Oficina de Policía de la Real Comandancia Militar de la ciudad y provincia de Alba concedió a Luigi Costamagna, hijo de Francesco Antonio, un permiso para la "venta al por menor de vino [...] para el vino producido a partir de las uvas de sus viñedos" situados en La Morra. Se trata del primer documento que atestigua la vocación enológica de la bodega. Fue un acto importante porque sancionaba los límites cuantitativos y geográficos de los vinos producidos en la época, reconociendo el certificado de excelencia de los Costamagnas dentro de un territorio concreto, el del municipio de La Morra. Las propiedades de la bodega se extendían por todo el municipio e incluían ya entonces los viñedos de las Rocche dell'Annunziata, así como las históricas bodegas de finales del siglo XVIII construidas en el centro histórico de La Morra. En 1911, Francesco Costamagna obtuvo la Medalla de Oro en el Gran Premio de la Exposición Internacional de Turín: un galardón por haber presentado cincuenta años de producción ininterrumpida. A la muerte de Francesco, su hijo Riccardo, abogado en Turín y Alba, continuó dirigiendo la empresa con la ayuda de su esposa Maddalena. A finales de los años treinta, tras la muerte de Riccardo Costamagna, su esposa Maddalena se dio cuenta del valor de las Rocche dell'Annunziata y de los viñedos de Lamorrese, transmitiéndolos a sus hijos y nietos, que continuaron cultivándolos y vinificándolos. A finales de los años sesenta, fue la nieta de Maddalena, Claudia Ferraresi, quien se hizo cargo de la fortuna de la empresa. Pintora, mujer de gran cultura y organizadora de eventos, junto con su marido Giorgio Locatelli, decidió apostar por Barolo y por una excelente producción de vino. Fueron años duros, de apuestas y esperanzas, de intuiciones y sueños. Los viñedos se replantan y racionalizan, las históricas bodegas de La Morra se renuevan y se equipan con nuevas tecnologías enológicas.
Información sobre Rocche Costamagna