La larga historia de los Montresor cuenta con ilustres antepasados, como el conde Claude de Montresor, consejero del duque de Orleans en la Francia del siglo XVII (las Mémoires, 1663, son de gran interés). A principios del siglo XIX, una rama de la familia se trasladó a la región del Véneto, cerca del lago de Garda, zona famosa por la calidad de sus suelos morrénicos, y allí encontraron el entorno adecuado para seguir desarrollando una de las principales actividades de la familia: la viticultura. Considerada una de las más antiguas y ricas en historia del panorama de la viticultura italiana y presente desde hace más de cien años, la Cantina Giacomo Montresor es un punto de referencia de la tradición vinícola de Valpolicella. Desde hace cuatro generaciones, el respeto por sus raíces históricas se traduce en amor por el terruño e innovación constante. Sangre francesa, espíritu italiano. Aquí, la tierra se entrega a quienes la cuidan, una relación profunda, como la que existe entre la vid y su soporte. De generación en generación, los Montresor han continuado este diálogo con la tierra con un único objetivo: hacer evolucionar el patrimonio de cien años de experiencia, orientándolo hacia el futuro. Siempre con respeto a la tradición. Una larga tradición es sinónimo de experiencia, de conocimiento y de vivir en estrecho contacto con las viñas. Ser conscientes de que de un mismo viñedo pueden obtenerse vinos de diferentes calidades, aunque los factores biológicos sean idénticos y el grado de maduración de la uva el mismo. En eso consiste también la experiencia de Montresor: en saber observar y captar las más mínimas diferencias entre las mezclas. En la bodega, se continúa el trabajo de mejora emprendido en el campo. La intención de intervenir lo menos posible es la idea básica, para permitir que se exprese todo el potencial de la materia prima sin distraer la atención de la integridad territorial: en este momento de transformación viva tiene lugar la síntesis de lo que será nuestro vino. El marchitamiento, momento de concentración de la fruta y la esencia, precede a la molturación de los grandes vinos de Valpolicella: las uvas, depositadas en los graneros, se deshidratan lentamente y se enriquecen con todos aquellos aromas que han hecho famosos a estos vinos en todo el mundo. La fase final de lento envejecimiento en barricas de roble da tiempo al vino para madurar y expresar todo su potencial, una combinación inseparable en la búsqueda continua de equilibrio y estilo.
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