Nacido de un bordado de muchos encuentros, el lugar Di Giulia, encrucijada de muchas relaciones que confluyen en las laderas de una pequeña realidad rural, Cupramontana, madre de los Castelli di Jesi, cuna de la aspereza e inesperada dulzura del Verdicchio. es un cuerpo compacto de tres hectáreas, orientado al este, a una altitud de 470 m sobre el nivel del mar, el corazón del viñedo cercado por la plata de los olivos, un micromundo rebosante de diversidad: cuatro variedades de uva (Verdicchio, Montepulciano, Sangiovese y Cabernet Sauvignon), y trece variedades de olivos. Tantas voces reunidas en una sola sinfonía, dando voz a seis vinos y tres aceites. Las dos caras de Verdicchio se sellan con el nudo de dos nombres, y así nacen Il Gentile, Rebecca, Il Grottesco y Benedetto. Del cuidado de las aceitunas recolectadas, pululan los tres aceites, agrupados bajo el estandarte de las tres variedades principales: Oro Blu (Leccino), Selvatico Fiore (Mignola), Vertigine Verde (Raggia). El vino y el aceite son el renacimiento de un fruto, la síntesis de una cosecha, el signo de muchas historias, la memoria siempre cambiante de la intersección de los corazones. Y la agricultura es narración y fábula, un intento incesante de dar voz a la danza de lo que vive. Y así, nuestro suelo no ha conocido ni la fertilización ni el laboreo profundo, sólo el cuidadoso acompañamiento del crecimiento, la esmerada selección en el campo y la acogedora maternidad en la bodega, donde aceptamos los riesgos de la baja sulfuración y la laboriosa alegría de un trabajo predominantemente artesanal. Incluso el aceite es investigación: para dar voz a la frescura del fruto, recolectamos las aceitunas según su madurez varietal, llevándolas al molino con prontitud (no más de 24 horas). Nace de una exuberancia de alegría, el lugar Di Giulia. Del asombro tenso y fuerte de un amor.
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