La familia Cavalleri, como demuestra un acta notarial de la época, poseía tierras en Erbusco ya en 1450. La política básica de la empresa ha sido no comprar ni uvas ni vino a terceros; hoy en día somos de los pocos en Franciacorta que se atienen a esta opción. En nuestra zona, además, fuimos los primeros productores de un cru, habiendo vinificado siempre viñedo por viñedo por separado. Estamos convencidos de que ésta es la única solución, aunque difícil y costosa, que nos permite obtener calidad. Es la única manera de tratar unos vinos de los que se conoce y se controla todo: se decide la plantación de viñedo más adecuada, se controla y se decide la poda, los tratamientos fitosanitarios (nos adherimos desde hace años al Reglamento comunitario que nos obliga a utilizar sustancias de bajo impacto medioambiental), se elige el momento y la forma de vendimiar.
Como garantía del trabajo bien hecho, todos nuestros viñedos son cultivados exclusivamente por personal propio, nada se subcontrata. Siempre hemos mantenido, y desde luego no somos los únicos, que un gran vino sólo procede de una gran uva. La bodega está equipada con la mejor maquinaria: prensas de pulmón Willmes desde 1991, depósitos de acero y fermentadores de temperatura controlada, las mejores barricas francesas: y cada paso es controlado, registrado y verificado.
Lo que hoy empieza a considerarse fundamental, la trazabilidad, es para nosotros una prerrogativa ancestral. En nombre de la calidad, la familia se ve a menudo obligada a tomar decisiones difíciles: decisiones que tienen que ver con palabras como: invertir, seleccionar, descartar, renunciar. Estamos orgullosos de ser pequeños viticultores, artesanos, agricultores, y queremos seguir siéndolo
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