Milán, mayo de 2001, Galería Vittorio Emanuele, 19h50 La puesta de sol incendia el cielo y tiñe de carmesí los escaparates de la galería. La multitud cambia de ritmo, de un movimiento frenético a un ritmo armonioso y relajado. El ruido cambia de intensidad, volviéndose ligeramente más fuerte y melódico. El día y sus tareas están llegando a su fin y es hora de dejarlo todo atrás, de disfrutar de la vida y dedicarse a uno mismo las horas que quedan. Gianni Martini, un reputado empresario vinícola de segunda generación, muy guapo con su traje negro, disfruta de una copa de buen vino con sus amigos extranjeros amantes de Italia. Nos visitan todos los años. A Gianni le encanta esta galería, le sienta bien: es elegante, refinada pero animada y nunca banal con su estilo único, el estilo italiano en su expresión más pura. Sus labios se curvan en una sonrisa, está contento con todo: sus amigos, el vino, el ambiente, la música de fondo y el murmullo alegre de la multitud. De repente, empieza a mover la mirada de un lado a otro, de la gente que le rodea a la botella que hay sobre la mesa. Una idea empieza a tomar forma: es uno de esos momentos de iluminación repentina que surgen de forma natural y son tan obvios que uno se sorprende de que no se le hubiera ocurrido antes. ¿Era posible explotar esa atmósfera en cualquier otro lugar del mundo, haciéndola accesible a millones de personas? Sí, era posible. ¿Cómo? A través del vino, pero no de cualquier vino, sino de una marca especial, capaz de convertirse en embajadora del estilo, los valores y la actitud ante la vida tan típicos de los italianos. Gianni se anima aún más y levanta su copa: en ese momento concreto del atardecer en Milán, Canti había cobrado vida. Siguió un año de duro trabajo. El equipo Canti, formado por los enólogos de Fratelli Martini Secondo Luigi spa -la empresa familiar de Gianni Martini, presente en el mercado desde 1947-, diseñadores, comercializadores, importadores y gente corriente, dio forma a la marca y a sus líneas de productos. Se estudió a fondo cada detalle, incluido el nombre: el nombre de la marca tenía que ser sencillo, inmediato y profundamente italiano desde el punto de vista de cualquier cultura extranjera, pero también capaz de transmitir el ánimo vivo y la pasión típicos de Italia. El nombre que prevaleció sobre los demás fue Canti, que significa canciones o si canta, evocando el mundo de la música, la convivencia, la alegría y el espíritu italiano. Este naming representa a la perfección la sinfonía de sabores y emociones que se respira en cada botella de Canti. Canti entró en el mercado británico en 2002 con una campaña de lanzamiento ambientada en el mismo lugar de su nacimiento. A partir de ahí, Canti inició su aventura alrededor del mundo, logrando establecerse en más de 50 países. La gama de vinos se amplía día a día, combinando la excelencia de la viticultura tradicional italiana con la demanda internacional, con el objetivo de ofrecer una selección perfecta para cada ocasión: blancos y rosados intrigantes por su frescura y ligereza, tintos con cuerpo y espumosos persuasivos.
En 2011, Eleonora, la joven hija de Gianni, se unió a la empresa, aportando su toque fresco y elegante a la marca líder CANTI. Fiel a su visión original, Canti, además de ser una marca de vino, es la clave para entrar en un mundo multisensorial de aromas, colores, sensaciones y, sobre todo, emociones. En cada botella, abrazadas por su inconfundible diseño, tintinean las señas de identidad de Italia: pasión, amor, alegría, estilo, tradición e inspiración creativa.