La tradición vitivinícola de la Toscana se remonta a la época etrusca, con más de 2000 años de prestigiosa historia que aún mantienen a esta región en la cima de la enología mundial. Las ondulantes colinas de la Toscana son el espléndido entorno en el que la vid se encuentra perfectamente a gusto, ofreciendo las uvas para la elaboración de grandes vinos, así como una producción muy respetable en términos de cantidad. La Toscana es el reino de la Sangiovese, variedad de uva autóctona de esta región, que ocupa más de la mitad de la superficie vitícola. No es, sin embargo, una vid "fácil", además de tener un periodo de maduración medio-tardío, y sólo se expresa en su plenitud si la posición garantiza una exposición y una insolación perfectas, así como un microclima y una altitud ideales. Otras cepas autóctonas muy extendidas en otras regiones son el Trebbiano Toscano, la Malvasia Bianca Lunga o Malvasia Blanca Toscana, la Vernaccia di San Gimignano, la Ansonica y el Canaiolo Nero. Si pasamos a los vinos, entre los más renombrados está el Chianti DOCG, del que se desgajó hace unos años el Chianti Classico DOCG independiente. Creado por el barón Bettino Ricasoli, el Chianti fue uno de los primeros vinos en cruzar las fronteras siguiendo a nuestros emigrantes a América; exportado en los típicos frascos, se hizo tan famoso como para crear la propia imagen de este vino en el mundo. Otro vino conocido en todo el mundo es el Brunello di Montalcino DOCG, elaborado con sangiovese, conocido localmente como brunello. Localidades toscanas indisolublemente ligadas al mundo del vino son también Montepulciano, San Gimignano y Carmignano, con sus respectivas DOCG, Bolgheri y otras, donde se producen vinos de gran prestigio. A lo largo de la costa tirrena y en la propia isla de Elba se cultivan el vermentino, el ansonica y el aleatico, este último también elaborado en finas versiones passito. Descendiendo más, hacia la provincia de Grosseto, encontramos otras realidades como el DOCG Morellino di Scansano, obtenido de la vid Morellino, otro nombre de la Sangiovese, con un vivo color rojo rubí y aromas de violetas y moras. Además de los vinos de las importantísimas Denominaciones de Origen, la Toscana se ha situado en la vanguardia de la enología mundial con algunos Supertuscans, vinos de gran clase, suaves y elegantes, obtenidos sobre todo a partir de Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, Merlot y en parte Syrah y Pinot Noir. Los supertoscanos rompen moldes, abandonando el sangiovese y creando una revolución a partir de la uva: cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, syrah y pinot noir. Por último, la producción vinícola toscana tiene un denominador común, el Vin Santo y el Vin Santo Occhio di pernice, producidos en numerosas denominaciones y tipos que se diferencian por el azúcar residual; el primero se basa principalmente en el trebbiano toscano, el segundo en el sangiovese